La reflexión no es exclusiva de Francia sino generalizda a un mundo donde el bipartidismo se impone, pero este fin de semana François Bayrou ha denunciado maniobras para torpedear su partido, el Movimiento Democrático, por parte de la mayoría de derechas de Sarkozy.
Algunas revelaciones habrían puesto de manifiesto la existencia de una estrategía clara para desestabilizar a los centrista atrayendo a sus cuadros con puestos y carteras.
Desde que en 1978 Giscard creara la Union por la Democracia Francesa (UDF) para diferenciarse de la Reunión por la República de un joven Chirac el centro francés ha luchado por un espacio duro de ganar en una sociedad de pensamiento binario "o conmigo o contra mi" donde los votos se posicionan normalmente contra (o a favor) de personas y donde el debate de ideas se ha empobrecido incluso entre unas elites que han dimitido de sus supuestos cometidos.
La salida de Jean Arthuis, presidente de la comisión de finanzas del Senado, ha dejado sonado a Bayrou que tiene que recomponer la imagen de su partido de manera a que éste se convierta en algo más que el refugio de aquellos que no se quieren conformar con "el mal menor". Para tener una clientela fiel hay que darle una razón de creer y unas consignas ideológicas claras que no dependan de los movimientos de los dos lados que tiran de uno..
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